jueves, 30 de octubre de 2014

Cierre de Temporada en Quintanaluengos: una reflexión

  Cierre  de Temporada truchera en Castilla y León…¡Quién lo iba a decir!...7 meses, 214días, 5.136 horas....La temporada ha sido bastante buena en salidas,  emoción, capturas y elegantes trofeos.  Llevo unos años que me gusta pescar el último día legal el coto de Quintanaluengos, quizá porque durante las fechas que lo había tentado a lo largo de los años, o el agua bajaba muy fría o el viento del norte estropeaba los pocos lances que se pudieran hacer a un río siempre silencioso en cebadas.

  Tras recorrer los 350km de rigor desde Madrid, llegué al puente de Salinas de Pisuerga y aparqué para otear el estado del río. Perfecto para mediados de Octubre...ni alto como para no cruzarle con facilidad, ni tan bajo como para que nuestras moscas no pudieran bailar en las numerosas tablas.

  Siempre me gusta ir al refugio de pescadores, en la mitad inferior del coto, y bajar a las primeras tablas antes de la estación de aforos. Una vez allí, todo parecía perfecto. Era un día lluvioso, con nubes negras y  y las temperaturas se mantenían bajas. ¿qué más podemos pedir para que hubiera una buena emergencia de mosquitos?

  A las 14 horas  hubo una amplia eclosión de baetis, se cebaron a emergentes con "vida" y a mosca en superficie a punto de volar. Comían aquellos insectos que movían las alas o derivaban por el agua saltando en cualquiera de los dos estados anteriores. CDC y emergente en pelo de ciervo me dieron resultados. Quizás 10 u 11 capturas, pero podían haber sido más si no se hubieran puesto selectivas en el tamaño y en el movimiento.

  Luego todo se acabó. No por las truchas, fue por mi. La razón por la que pesco a mosca y por la que me tiene enganchado tan intensamente después de un cuarto de siglo, es intentar comprender de manera clara y cartesiana, porqué las truchas no replican comportamientos de un día a otro, de una hora a otra, aparentemente con las mismas condiciones. Mis limitaciones en la pesca son de lejos más biológicas que tecnológicas. Yo se que está en mi cabeza el concentrarme, que se basa en tener confianza en uno mismo, en hacer un seguimiento de las pistas que me da el río y ser positivo...pero si tengo un mal día a nivel personal, se verá reflejado en mi acción de pesca, que será también pésima acorde a mi estado de ánimo. Si me siento inseguro, no lanzo con la misma fineza y estropeo muchas posturas. No me apetece cambiar el mosco o alargar el puntal para evitar los dragados.

  El día, pues, no terminó bien...me sentía tembloroso y apático, en realidad incómodo. Además se dio la circunstancia de que las piedras del Pisuerga son sumamente resbaladizas en este tramo, y terminé estando más preocupado de no caerme y mojar los artilugios de pesca que de buscar cebadas o cruzar el río. Comencé a lanzar mal,  a estar triste en el río, por el tiempo que había pasado y por la larga espera de un invierno largo que aparecía tras cualquier esquina. Ni que decir tengo que las capturas disminuyeron de manera exponencial, llegando a ser nulas. Entonces decidí cambiar de tercio, y cerrar la temporada disfrutando del lluvioso otoño, de sus paisajes y de sus frutos, paseando las orillas del Pisuerga, haciendo caso omiso de la segunda eclosión de baetis y de las numerosas cebadas que se sucedían en las tablas,



recordando un viejo poema del fundador de  "Trout Unlimited":

"El agua que nos ablanda al
circular por cada célula ya ha 
bajado por todos los ríos y ha
dormido en todos los océanos.
La sangre de la tierra es el río
del organismo.
¡Cuidemos nuestros ríos!
como cuidamos nuestro corazón"




lunes, 13 de octubre de 2014

San Froilán nos da alegrías en Octubre: recorrido por Sardonedo, Vegaquemada y el Condado

Siempre guardamos tres días, antes de finalizar la temporada, para pescar los "ríos grandes". Este año reservamos el fin de semana de San Froilán, santo patrón de León, eremita en sus orígenes y casi seguro, pescador de mosca en sus ratos libres. Teníamos reservado Sardonedo para el viernes, Vegaquemada para el sábado y El Condado para el Domingo. Los tres ríos bajaban perfectos, poco caudal, vadeable en el 60% de sus tramos, y agua clara y no muy fría. 

Sardonedo tuvo su rato. Llegamos a media mañana, bien desayunados y sin premuras por amanecer en el río. Monté mi bambú con el aparejo tradicional de bajo torsionado y 3 metros de nylon, acabado en un fino #12 y con una emergente en un #18 con oreja de liebre y pelo de ciervo. Mi compañero recuperó su Sage LL de los años 90 en línea #4: una joya para los amantes de las posadas finas y suaves.

Había poca eclosión de insecto. Aún así, durante 1 hora más o menos,  hicimos subir  bastantes truchas o pescando al agua lanzando a las múltiples "posturas" del río, o  a pez visto tras delatarse el mismo por una sumisa cebada. Mi emergente hacía su labor. Era trucha mediana, no pretenciosa. Aunque confiábamos que alguna buena se movería más tarde. Mientras tanto empezó a volar grandes tricópteros "saltarines"canela, de tamaño aproximado a un anzuelo del #12. Volaban sobre el agua haciendo cabriolas, y unas pocas hembras caían haciendo la puesta de huevos. Las orillas estaban cubiertas de esta <<friganeas>>, pero solo unas pocas volaban el río. 


En el remanso de una tabla coincidimos con un pescador soriano que formaba parte de una cuadrilla de cuatro. Educados nosotros y con ganas de hilar la hebra, entablamos conversación con el susodicho, preguntando sobre el tiempo, el agua y los peces...pero para nuestra desgracia, el camarada pescador nos enturbió la tarde. Aquello se convirtió en un monólogo.... Un canto al pesimismo.  Primero, que si el río no tenía truchas, y ni comparación con hace 30 años. Segundo que si la administración y la nueva ley no quería que los pescadores disfrutáramos del río. Tercero, que todos los ríos debían quedar libres y con muerte, puesto que así la santa naturaleza regeneraría nuestras masas de agua. Cuarto, que habíamos desaprovechado la mañana, y que ya no veríamos más truchas. Y quinto y para rematar,..., terminó diciéndome a la cara que el bambú era muy bonito...pero que muy malo para pescar, .... Claro, cuando paró para hacer un respiro entre tanta alegría, aprovechamos para despedirnos, eso sí, con estilo puesto que nunca hay que perder la compostura...¡Vaya genio y figura! Iba medrando a cualquier aficionado a la pesca...y tengo que decir que de estos me he cruzado con varios en el río a lo largo de esta temporada, pero no tan radicales y ofuscados. En fin, estaba claro que no era feliz en el río...


En realidad, sea por el mal rollo del compadre o porque las truchas pararon de moverse, no conseguimos nuevas capturas a seca hasta dos horas más tarde, cuando empezaron a moverse al tricóptero canela de manera activa. Como ejemplo, en una distancia de 2 metros, subieron cinco truchas y saqué tres. recuperamos las ganas, y una hora más tarde nos dimos por satisfechos.



El sábado, en Vegaquemada, volvimos a llegar a media mañana, sin prisa, disfrutando del entorno, y con el objetivo de  pescar  cómodamente las horas centrales del día. El tramo era ancho y muy cómodo para pescar dos en paralelo, cada uno una orilla.


Misma caña, mismo aparejo y bajo de línea, y atado un tricóptero canela (con la misma mosca que  dejamos el día anterior). Varando la línea en las corrientes más querenciosas y haciendo bailar de manera correcta la mosca en cada roca, no hubo subidas en más de un cuarto de hora. Y no habiendo volando insectos, la mosca debía ser el problema. Cambié a una "parachute" adams en un #18, repitiendo los lances sobre la misma zona de pesca. De igual manera, ninguna subida clara...aunque empecé a ver pequeñas cebadas en los carriles laterales de las corrientes. Había trucha  y se estaba empezando a mover. Tras varios intentos, decidí poner mi emergente maravillosa del día anterior...y ¡mano de santo!, ..., llegó la primera captura...y luego otra, y luego otra...así estuvimos casi dos horas. Un récord de truchas, quizás una sabia elección y cambio del mosquito, o quizás la suerte de estar en el día y a la hora precisa. Una jornada en las que renace la  afición para unos cuantos años más.


Tanto fue así, que decidimos abandonar el río antes de tiempo, cuando las truchas ya subían de manera muy esporádica y aislada, para dormir una buena siesta y disfrutar, al menos una noche, de la fiestas de León.


El último día pescamos El Condado. Íbamos con las mismas premisas. Pero este coto hace tiempo que no nos da todo el potencial que tiene en sus entrañas, y eso que comenzamos bien...con varias capturas aisladas en las tablas, siempre a pez visto o a cebada clara en las posturas..pescando con mi emergente clásica de los dos días anteriores.     


Pero el día anterior había sido tan maravilloso, que hacer trabajar el río con sudor y lágrimas para conseguir alguna captura respetable, nos generaba mucho esfuerzo. Aún así conseguimos varias capturas cada uno, pero nada especial que mencionar sobre ellas salvo que a las 17h de la tarde ya teníamos la cabeza más ocupada en reposar para aguantar los 350 km que nos quedaban todavía hasta Madrid, que en volver a tantear cada remanso del río para buscar la trucha de nuestros sueños.


Echando la vista atrás, y repasando  los tres días pasados a pie de río, puedo afirmar que la pesca y sus sensaciones a comienzos de otoño, es maravillosa. ¡Repetiremos!